Quien viene leyendo hace rato lo públicado sobre los Oscar, no solo es una persona muy valiente sino que probablemente haya notado un malhumor mezclado con un poco de ironía en todo lo que se ha dicho respecto a la academia y a los premios. En la lista que armamos con el comentario de casi todos los años de los premios, resaltamos una grande premiada como fue Sucedió una Noche, que se llevó cantidad de premios y que tiene dos particularidades. 1; es una comedia y 2; es excelente.
Ahora, ¿por qué, cómo es posible que haya sido premiada?
1; Frank Capra (el director) fue presidente de la Academia por esos años.
2; Frank Capra fue un tipo muy asociado a Hollywood y le dió grandes alegrías económicas antes y después de esta película (Que Bello es Vivir, p.ej). Entonces, ¿por qué esta foto gigante arriba con el nombre de la película de la que hablamos?
1; (lo ya dicho) porque es una excelente comedia,
2; porque Capra fue un gran cineasta, que si bien estaba asociado a las bases de la industria se dio el lujo de inventar esquemas, de hacer un cine creativo en las medidas de la época, y porque se dio el gusto de congelar a James Stewart en Que Bello es Vivir, cuando nadie se animaba a hacerlo más que en los títulos iniciales. Ahí vamos entonces, a defender a Capra.
Si Frank Capra hiciera las películas que hizo en los años treinta hoy, tendríamos la oportunidad de ver grandes comedias con más frecuencia. Si hay algo que sorprende en las películas de Capra es la vigencia. La vigencia del cine como practica es evidente y esta asegurada desde el momento en que una película se finaliza. Pero la vigencia de las emociones es la más débil, la que tiene mayores posibilidades de quedar en el camino al presente. En las películas de Capra la emoción funciona como una práctica. Sus películas van de la comedia al drama con gran facilidad porque se atan al realismo. Capra supo hacer cantar a sus personajes, los supo hacer bailar, los supo hacer ángeles, los hizo viajar a mundos paralelos, y nunca ni por un momento dejaron de ser personas corrientes, personas que trabajan y que tienen una familia, algo que el cine extraña de hace años. Con esta practica de la emoción, el cine de Capra se ve hasta el día de hoy con la frescura con que se veía en su tiempo.
El cine de Capra es de un optimismo desgarrador. ¡Qué bello es vivir!, parece el pico de una montaña de filmes que se encargan de llevar a los personajes mediante las consecuencias a la plenitud total, algo que molesta bastante al público que cree que la gente contenta es la gente ignorante (con o sin razón). Esto es un punto. Capra fue también presidente de La Academia y forjador de una base muy fuerte de reglas y de la posición de la misma para con el cine que rige hasta hoy. Este es otro punto. Y el mismo Capra es el autor de una película que es el pasado más firme de la comedia de parejas como esquema cinematográfico; Sucedió una noche. Robert Riskin el guionista de Sucedió una noche, es el segundo responsable (también responsable de otras películas con la dirección de Capra).
Visiones de Capra
Aún sucede
Si algo favorece a Sucedió una noche, es que no se encarga de ser una película de resultados, porque hace de la historia un camino tan interesante que sería divertido ver infinitamente, porque en algún punto deja de importar a donde va realmente todo, a donde es que va la relación entre Peter y Ellie. Como en Tom y Jerry, cuando Peter y Ellie terminan por quedarse juntos, significa que se terminó la joda, la juventud y la diversión. Si Tom se casara un día con Jerry, surgiría el mismo efecto.Las circunstancias en las que encontramos a los dos personajes en la película son el primero de muchos puntos de contacto con la realidad de la que hablamos un poco antes. Peter acaba de perder su trabajo de periodista y está más preocupado por conseguirlo de vuelta que por enamorar a Ellie. Ellie, que viene escapando de su padre, que esta por casarse con otro tipo, que saltó de un barco y esta intentando llegar en ómnibus a Nueva York –el ómnibus le es totalmente ajeno a su realidad de hija de un millonario-, no parece tener tiempo para enamorarse ni mucho menos. Pero Sucedió una noche, desnuda el sentimiento inevitable que es la posibilidad de amar. Todo el mundo esta dispuesto a amar, a encontrar a alguien, aunque ni siquiera lo sepa. Es casi instintivo. La disposición está ahí bajo la piel, esperando un roce para salir y alterar todo sin pausa alguna. La única ventaja de estar distraído es que la disposición de amar se va olvidando periódicamente, y queda cada vez más y más atrás en nuestra mente y solo antes de dormir se hace presente, o cuando pensar es inevitable. Pero es pasajera. La ventaja de estos dos personajes es la distracción. La distracción (o la atención puesta en asuntos personales) los lleva a irse acercando sin el total de la conciencia alerta, con uncuarto o con menos. Y la frescura que transmiten y con la que viven cada situación es su resultado.

La nostalgia virtual que nace de ver una película hecha decenas de años antes de que hubiera siquiera nacido, es una sensación tan extraña como la que debe sentir quien hoy día grita el gol de Giggia en el cincuenta mientras lo ve en un televisor. Extraña e insólita, la nostalgia de aquel cine tiene un fundamento estético y formal, de un cine que se hacia que ya no se hace por razones que van desde: la cámara pasó de ser del tamaño de un Toyota al de una licuadora y eso hace al cine moderno un cine apurado, o; la creatividad de un gran guión fue empañada por la tecnología y un público que prefiere la superficie al contenido. Extraño e insólito es también gritar un gol que ya se sabía que iba a ser convertido, y la diferencia es que su fundamento es ninguno. El hombre patea la pelota y eso no ha cambiado del cincuenta hasta aquí (barras energéticas y lo que sea de por medio). Pero ver una película no es un acto intelectual, lo que nos aleja –o debería- de cualquier idea que implique pensar cuanto pesa la cámara o cuanta computadora hay de por medio. Claro que se pueden contar los planos, se puede pensar la iluminación mientras se ve una película; pero la magia esta en olvidarlo inmediatamente y sin querer estar prestando atención a la historia. Y ahí responde algo absolutamente sensorial. No es que; “una película de Capra es como el gol de Giggia” –nunca grite es el gol y si me gusta Capra-. Es entender que esa nostalgia es tan inexplicable como gritar ese gol, porque uno no puede quejarse de lo que no vio en su momento. Es extraño decir que el mejor cine era el que se hacía hace setenta años cuando no tenemos idea de cómo realmente se veía el cine hace setenta años. Pero la sensación de estar viendo Sucedió una noche y pensar que ojala se hicieran este tipo de películas hoy día es real. Que cada vez el humor es más pelotudo y falto de creatividad es real. Capas que cuando Capra hacia películas también. Seguramente. Tal vez Sucedió un noche fue una en un millón. Pero es interesante ver como, si bien se ha imitado en largo y ancho su esquema, no se ha llegado (no muchas veces) al punto justo.
Uno ve en Sucedió una noche, una atención por los pequeños de detalles, las pequeñas sonrisas, los pequeños gestos de los cuerpos que van construyendo la historia, con una creatividad brutal. No hay sexo, no hay besos incómodos, no hay amigos idiotas, nada se mezcla en la historia de Peter y Ellie. Son ellos dos. Paralelamente su padre la busca. Paralelamente su prometido se desespera. Pero la historia es la del conocimiento personal de cada uno frente al otro.
Sucedió una noche, está exenta de ideas. Esta bañada por una interpretación humana muy sincera, pero no para un fin didáctico ni de aprendizaje. Sucedió una noche habla de dos personas, de un hombre y una mujer, y buscarle más vueltas sería pretensioso. La idea del muro de Jerusalém que ellos construyen con una sábana para dividir una misma habitación en dos, podría hablar de sus diferencias; ella es rica y él no. Pero la película los pone iguales, o desde aquí los vemos iguales, y sus diferencias son esencialmente vivenciales; él vivió y ella no. No se remarca el mundo de ella ni el de él, porque ambos están en el lugar equivocado, en un lugar que no les pertenece, en el medio del camino.
Frank Capra por Cassavetes
Extraído de El Amante N°22, que lo extrajeron de John Cassavetes, Autoportraits, Cahiers du cinéma, 1992.
Frank Capra y yo
Los únicos films que me han marcado verdaderamente son los de Frank Capra.
Mr. Smith Goes to Washintong, Mr. Deeds Goes to Town, Qué Bello es Vivir.
En aquellos films, se mostraba la belleza de las personas que todavía tienen
una especie de esperanza y de dignidad, sea cual sea el medio del que
provienen. Esto se perdió totalmente en el cine.
Frank Capra era y es, para mí, el mejor cineasta de todos los tiempos. Capra creó esa especie de creencia en un país libre en el cual había algo bueno, incluso en los malos; un país en el que todos tendrían conciencia de que existen los límites y donde uno se volvía normal, a causa de esa gran necesidad de compasión por los otros; un país donde se vive en un espíritu de amistad y fraternidad. En Capra, los fuertes están hechos para hacer reparar en la inocente obstinación del héroe. […]
No pienso que su cine sea sentimental o romántico; es la expresión de una filosofía práctica…El idealismo no es sentimental; no hace más que asegurar una esperanza para el futuro. Capra me dio esperanza y, ahora, a mí me gustaría darle un sentimiento de esperanza al público. […]
Sin embargo yo no imito a Capra…Capra es el sueño americano. Representa un país que tal vez nunca existió. Los personajes de mis películas viven en el malestar y se encuentran en situaciones mediocres o angustiantes, únicamente porque nunca se enfrentaron con su verdadera naturaleza emocional. Capra no sabría qué hacer con ese cinismo. Me habría gustado ser tan independiente como él, me habría gustado expresar ideas tan bellas como lo hizo él, sin pensar que, tal vez, sus ideas no se correspondían con la realidad. Si tuviera la capacidad, los medios y el temperamento, me habría gustado rehacer todos los films de Capra, pero hasta hoy, no lo he hecho. […]
La primera vez vi sus films, pensé que Frank Capra era América. Cuando comencé a hacer films, era eso exactamente lo que yo quería hacer: películas de Frank Capra. Pero sólo fui capaz de hacer films raros y duros. No era intencional […]
Mis películas son ciertamente la expresión de una cultura que ha tenido la posibilidad de alcanzar el bienestar material y permanecer incapaz de resolver ese problema muy simple que es la vida humana. Nos han vendido una lista de productos como sustituto de la vida. Mientras que tenemos la necesidad de ser reafirmados sobre las emociones humanas, de hacer una reevaluación de nuestras capacidades afectivas […]
Creo que, a fin de cuentas, las personas son individuos y que es sólo a partir de que se les enseña a entrar en un molde social homogéneo, en el que le va bien a todo el mundo, que comienzan a quejarse de su condición; incluso se quejan de haber nacido. Como Capra, yo hago films sobre el individuo que se afirma frente a la multitud. Deseo que mis películas reflejen un espíritu realmente democrático y yo me encuentro del lado de una minoría solitaria. Adoro las comunidades étnicas de nuestro país –los italianos, por ejemplo, como los Longhetti de a Woman Under the Influence- y me apena descubrir que estas comunidades tengan deseos de instalarse en la mediocridad y de cambiar su originalidad por el materialismo de una vida de cuellos blancos.
Para cambiar el mundo debemos empezar por el comportamiento humano, el espíritu humano…¿No es éste el tema de los films de Capra?
John Cassavetes.


NOTA.
Se termina este informe y quedan un par de cosas que aclarar. Justamente dos; la negritud de la página no se debe a nada más que a una arbitrariedad ya que si algo hace esta película es transmitir alegria; y la otra; descubrir que a un director como Cassavetes le simpatizaba Capra fue el impulso para escribirla. Sus distancias harían a cualquiera pensar lo contrario, pero la honestidad de Cassavetes hace que no necesite ocultar -política y dinero atras- el mérito de un gran cineasta.

Sucedió una noche
FRANK CAPRA.