
directores:
Thomas
Vinterberg
DOGMA VIEJO AMIGO
A Vinterberg se lo suele asociar con el Dogma 95, entre otras cosas por haber firmado y elaborado junto a Lars Von Trier el Voto de Castidad en Copenhague en 1995, que implicaba ser fiel a algunas reglas a la hora de hacer una película (que un día publicaremos). La fidelidad duró poco, y ya ha habido encargados en insistir en que el Dogma no es más que el fruto de haber tomado muy en serio una de esas charlas nocturnas infinitas, en las que se intenta cambiar el mundo y modificar la existencia del ser humano en pocas horas, además de ser una buena estrategia de marketing. Ellos mismos abandonaron el trato firmado al poco tiempo, olvidando u obviando las reglas. Pero el Dogma, o mejor, Lars Von Trier y Thomas Vinterberg (hay otros dos nombre más que firmaron y que desconozco profundamente) han dado enormes películas, porque en el fondo no es más que un impulso de rebeldía contra el cine establecido, que conlleva una cuota de ganas de filmar películas.
Perfil de Vinterberg en tres películas.
La Celebración, Submarino y La Caceria.
LA CELEBRACIÓN en cuestión en la película, es el cumpleaños del padre de una familia danesa de tradición. Casa desproporcionadamente grande (hotel casi), mesas de dos cuadras, ventanas de una y media en vertical, cinco pianos, trescientos baños, equipo de cocina y problemas familiares de por medio, que vuelven este día de la fiesta como un boomerang tirado hace 35 años. El retrato es casi documental, porque las situaciones responden en cada momento a cada personaje, que es presentado de forma muy sencilla y concreta en los primeros minutos antes de que lleguen los invitados. Los personajes son los tres hijos del que cumple años. Christian (Ulrich Thomsen), Helene (Paprika Steen) y Michael (Thomas Bo Larsen, brutal) Vinterberg los presenta de una forma que es clásica hasta por los codos (lo que hace pensar y afirma el Dogma como una gran excusa) y al mismo tiempo efectiva hasta la médula. Se apura, como si corriera con la cámara en la mano, para mostrar a cada uno de los tres antes de que se dispersen en la masa de gente que esta por llegar. Y después incluso, los mete en sus habitaciones correspondientes para esa noche y le crea a cada uno una situación. Helene habla con el mayordomo en el cuarto donde se suicido su hermana hace poco tiempo, Christian habla con una bonita cocinera que termina siendo una vieja conocida, y Michael se encarga de discutir con su esposa por tonterías con gran violencia. Toda esa secuencia de montajes paralelos es brutal, y sirve para acercarnos a cada uno de ellos. Y luego los larga a la cena, a mezclarse con el resto de los invitados. Y con gran facilidad e inteligencia, Vinterberg se encarga de filmar las breves miradas, las reacciones que pasan desapercibidas, las sonrisas indebidas. Así logra hacer un retrato de esta familia que raya el documental y la ficción al mismo tiempo, no por su “forma de filmar”, sino por la cuota de realismo que maneja en todo el relato, que es alimentada con varias cosas, entre otras con la escena final que es clave.
Ese dejo de documental que salta a la vista, es generado por cierta sensación de desorden que deja ver la película y que plantea de cierta forma el Dogma: filmar lo que hay, lo que pasa, no pretender nada más que dejarlo como es en su origen. Pero La Celebración muestra un montaje muy planeado (sobre todo por la velocidad en algunos momentos), y una película trazada desde el principio con un eje y un fin muy claros, que no responden a un tipo con una cámara que filma lo que ve, sino que responden esencialmente a la habilidad del director para lograr retratar la psicología, las entrelíneas y lograr hablar entre los diálogos de una familia que no esta dispuesta a mostrarse vulnerable ante nadie y que igual la cámara desnuda

La Celebracion (1998) Festen, Festen.
SUBMARINO. Tal vez el problema con esta película sea esa idea de underground que la condena. Los dos personaje empiezan en el fondo de los fondos, desolados y deprimidos por razones que la primer secuencia tipo flashback intenta solidificar, y por otras razones que no se dicen pero que se muestran. La película entonces queda condenada a ese clima y desde esa instancia, todo está destinado inexorablemente a empeorar. Así la película se transforma en un relato de desgracias.
Lo positivo de la película reside principalmente en hacerse cargo de esto anterior y de mover la historia. El recurso es muy obvio, y casi siempre implica la muerte de algún personaje, para mantener principalmente a Nick (que juega como un principal aunque se cuenta una historia de hermanos) en esa desgracia insorteable. Y también positivamente (el uso excesivo de esta palabra no va definitivamente con el tono de Submarino) Vinterberg da en el clavo y logra demostrar, en un relato que no esta exento de propósito ni de criterio, que la felicidad para Nick viene de a ratos y que es muy breve. Allí reside lo mejor de Submarino.
En la primera secuencia, que es un flashback de ambos hermanos de niños, los vemos con un bebé aparecido aparentemente de la nada, en un ambiente muy sórdido con una madre que les pega porque no encuentra el vermut. Finalmente los hermanos, después de buscar un nombre en la guía telefónica para ese nuevo niño (símbolo de esperanza para cualquiera de los dos) se emborrachan bailando en el sillón, mientras el llanto del bebé se sigue escuchando desde el primer instante de la película. “Tal vez le duela algo”, dice el menor. “Debe ser hambre”, responde el mayor (La secuencia toda es perfecta y el uso del sonido es muy fino) Al despertar, Nick (el mayor) es el que va a atender al niño (uno como espectador nota la ausencia de ese sonido -del llanto- y sabe que las posibilidades de que este dormido son muy pocas, aunque no se aclare de ninguna otra forma que con la propia ausencia del llanto, algo que denota la audacia del director para contar en pocos movimientos) y termina por encontrarlo muerto. Se lamenta y se demuestra la magnitud del hecho particular: lo que muere no es el bebé, sino las posibilidades de vida de los dos hermanos.

Porque en él se había volcado la esperanza de darle a alguien lo que su madre evidentemente no es/fue capas de darles, aunque sea a otra vida que poca o ninguna relación guarda con ellos (no saben quien es, no se aclara nunca de donde salió ese bebé ni como llegó a ellos menos) y así de alguna forma reconfortarse mediante la superación a su propia madre, porque así es como lograrían demostrar que pueden, que su madre no puede pero que ellos sí; lo que muere es esa posibilidad de forma muy cruel. Ese es el trauma y es expuesto de forma ejemplar. Así, la película que empieza luego tiene al hermano mayor Nick, muy deprimido y esporádicamente satisfecho con el sexo o cuando ríe mientras un viejo amigo le cuenta que nunca tuvo sexo. Y al menor con un hijo por el que demuestra un amor profundísimo y que al mismo tiempo se le es negado por la heroína.
Esto condena al relato, y definitivamente las cosas nunca terminan de salir del todo bien. Pero tal vez no podría ser de otra manera. Es una película que -al revés de esta reseña- se va descontentando a medida que la historia avanza
Submarino (2010)
LA CACERÍA es la actividad que el personaje de Mads Mikkelsen (quién pudiera llamarse así) que es Lucas en la historia (con un nivel muy, muy alto de interpretación), practica con sus amigos. Es una tarea de tradición.
Todos son hombres nórdicos y nos recuerdan que los vikingos no eran mentira. Todos aquí tienen la mirada, la barba, el cuerpo y la piel de un nórdico. A diferencia del cine europeo oeste, que retrata gente urbana y su urbanidad, este es casi un western de daneses. Casi, porque por ejemplo Lucas es un maestro de escuela (John Wayne no lo veo de maestro) porque no es en el campo ni mucho menos hacen tareas de campo (más que cortar leña tal vez), y además porque todos están económicamente muy cómodos en La Cacería, lo que demuestra que tal vez vivir en las afueras en Dinamarca es una opción de confort más que un estilo de vida. Pero la sociedad que muestra Vinterberg no esta muy cómoda, no tiene mucho por lo que preocuparse y de ello deriva la forma en la que responden a la situación de Lucas, y así Vinterberg habla de la justicia “por mano propia”, o “con cerebro ajeno” a la que estamos tan acostumbrados hoy.
Lucas es un tipo muy amable. Tiene una relación muy cercana con una niña que es hija de su mejor amigo, que es además alumna suya en la escuela donde él trabaja. En determinado momento la niña decide decirle a la directora de esta escuela que Lucas abusó de ella (como lo diría una niña desde luego)
Hay todo un trabajo a partir de esta declaración de la niña hasta el punto en que definitivamente Lucas se convierte en “el acusado”, que va desde la presión inconsciente, aunque fruto de la chusmeria latente en la directora al prácticamente pedirle que le diga que Lucas realmente se bajo los pantalones frente a ella, o la imbecilidad de un psicólogo que por tener un titulo que dice que entiende a los niños, realmente cree que entiende a los niños, y de la misma forma presiona a Klara (la niña) para que declare en contra del tipo. La noticia se va divulgando, a Lucas lo echan, algunos se empiezan a alejar (los más cercanos) y otros se empiezan a ofender (los más lejanos) y pretenden todos que son la justicia y el bien en carne propia.
La Cacería (2012)
Así Lucas termina por tener a todo el pueblo en contra y su vida pasa de ser la de un soltero bonachón, a un tipo que vive en un pánico insoportable de sol a sol.
Aunque la comparación esta a la mano, poco tiene de lo del "falso acusado" que Hitchock empleó en North by Northwest o en The Wrong Man, y muchas otras. Porque Vinterberg no aclara la situación. Cary Grant realmente había sido engañado. Pero aquí -lo que decía párrafo de por medio atrás- cuando pasa de ser acusado por la niña a convertirse en el acusado, Lucas se difumina en una línea muy delgada, y Vinterberg la borra con extremo cuidado y entonces uno se encuentra con que no sabe de qué lado esta realmente.
La Cacería no es solo el retrato de un acusado, sino que es además el retrato de una sociedad que se refugia en apuntar con el dedo a quien sea para equilibrar su propia conciencia, y poco importa si esta en lo correcto o no. Porque luego el tiempo lo dirá, y porque en definitiva nadie es capas de comprometerse más que con una puteada, una piña, y así nunca nadie más que el acusado saldrá realmente perjudicado. Porque ninguno realmente parece ser capas de creer realmente en lo que dice que cree

Apuntes.
Apretar muy fuerte.
Algunas veces siento que puedo apretar algo tan fuerte (una almohada o mi propia mano o lo que sea) que mientras lo hago, probablemente con los ojos y la mente en otra parte u en otro objeto, de repente me detengo y lo suelto creyendo que excedí los límites (que la almohada se va a estropear o que mi mano empieza a doler) Luego miro hacia atrás y constato que podría perfectamente haber seguido apretando un poco más, que no fue hecho tanto daño realmente, que fue por temor o por falta de valor que deje de apretar, para no tener que afrontar la situación posterior de una almohada estropeada o de una mano rota por culpa de la otra mano.
Tanta tontería es abrumadora.
Tanto dolor puede ser abrumador también, la única diferencia es el crecimiento posterior. La tontería no hará nunca entender nada a nadie. Satisfacer un deseo tan fugaz y primitivo como el de entretener masas con tonterías, es un sistema de educación que no difiere mucho del sexo. Hace mucho tiempo deberíamos haber entendido (espectadores y realizadores) que el cine no es un circo. Hace mucho tiempo deberíamos haber entendido (espectadores y realizadores) que el cine no es para los aburridos que quieren divertirse, ni para los estresados que quieren des estresarse (realizadores). El cine no es aburrido. El cine aburrido es aburrido no por falta de acción. El cine es fantasía y emoción, pero esas dos palabras no dejan afuera otras como inteligencia y sinceridad.
El cine que divierte es porque esta inteligentemente trazado y tramado, y el cine que aburre es por lo contrario. (El cine que vende mucho se debe a otras razones). El público en general no está dispuesto a que le pasen los problemas de su propia familia y sociedad frente a los ojos, prefiere ignorarlos o evitarlos, y nadie es culpable por ello. Nadie es culpable de no querer entender lo que pasa. Cuando cineastas como Vinterberg agarran una cámara, siguen abriendo paso al cine que no cree en la educación del sexo, porque hacen eso que comentaba al principio; aprietan, y cuando ven que están haciendo daño, siguen apretando, solamente por el valor que conlleva tal responsabilidad como es la de transmitir ideas
La premisa de Lars Von Trier para crear este tratado era la de que “hace tiempo no se piensa el cine como se lo pensaba antes, no se piensa sobre el cine que hay que hacer” Así, saliendo con la cámara al hombro y filmando sin mayores pretensiones, lograron un cine fresco y sincero, que recuerda inevitablemente a la Nouvelle Vague o al Neorrealismo o al Nuevo Cine Latinoamericano (aunque ellos mismos se declaren en contra o diferentes de estas corrientes) porque guardan en el fondo las ganas de hacer cine, y no la pretensión de hacerlo. Esa tal vez sea clave donde empiezan a diferir los resultados. Los Idiotas, (Lars Von Trier) es una de las grandes películas hecha a través del Dogma y que le guarda fidelidad, mostrando penetraciones y al camarógrafo con tal descaro que dejaría a Spielberg con insomnio muchos meses, y la otra es La celebración, de Vinterberg, de la que se habla abajo
Filmografía del buen Vinterberg
La Celebración (1998) Dogma Numero Uno. Después hizo Todo Sobre el Amor (2003) con Joaquin Phoenix y Sean Penn, en Estados Unidos, y Dear Wendy (2005) con guión de Von Trier, también en USA. Por último A Man Comes Home (2007), y las reseñadas, Submarino (2010) y La Cacería (2013).
La Cacería / The Hunt
Año: 2012
País: Dinamarca
Director: Thomas Vinterberg
Guión:Thomas Vinterberg, Tobias Lindholm
Con: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Annika Wedderkopp y Alexandra Rapaport