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FORREST CORRE DE TARANTINO 

 

 

PROBLEMAS EN EL 94​

UNA ODA EJEMPLAR

Sobre Forrest Gump.

 

Causalidad por casualidad.

La idea es simple y su justificación imposible. A forrest le gusta correr porque sí y porque así era como escapa de su primer obstáculo en la vida: los gratuitos daños que recibía de sus pares por tener problemas al caminar y al comunicarse debidas a una deficiencia en su proceso congnitivo, no explicada en la película.Como toda película hollywoodiana, así lo dicta sus estratégias de composición clásica, la narrativa de una película será en base únicamente a los elementos necesarios para no perder el hilo de causalidad determinado por el final feliz. Es decir aquel momento en donde el personaje, apesar de todas las constradicciones que le presenta la vida, logra llegar a su meta. Esta meta será presentada al comienzo de la película. Es así que el espectador entiende que Forrest no se siente feliz porque pudo librarse de las prótesis que le permitían caminar artificialmente, sino que pudo librarse gracias al aliento de Jenny, su gran amiga y su gran amor.

“Corre forrest, corre” son las palabras de aliento de Jenny, quien se consagra en ese momento como la gran meta de Forrest. En los primeros minutos de película entendemos que en la vida cinematográfica de Forrest lo único que va a ser importante es esa relación romántica, que natural y negligentemente escapa a cualquier otra problemática de la vida.La casualidad milagrosa, únicamente propuesta por el cine de hollywood, es la forma mas eficaz de dar por sentado la existencia del destino. No importa en el mundo cuáles son las posibilidades del personaje, el destino es ese y lo que sería para cualquier familia un problema a resolver dentro de una sociedad hostil, la condición de desventaja de un induviduo, es para Forrest su mayor virtud.

 

Una nación, un héroe alienado.

No hay dudas de que Forrest es en la película un héroe. Claro que la idea de héroe es también un clásico en la narrativa de hollywood, pero lo impactante para cualquier espectador que logra la película, es elevar al personaje a la condición de héroe nacional. Forrest sentado en el banco comienza a contar su historia, la cual es entrelazada con comentarios del propio personaje que entre vivencia y vivencia recuerda a algún otro héroe nacional, como presidentes, cantantes de rock y algún otro héroe de guerra. Asi se va esta figura de Forrest igualando con estos otros íconos nacionales hasta llegar a ser todos de la misma calaña. Al igual que el héroe nacional constituído por el género western: el cowboy, que pareciera estar ahí y llegar a los pueblos del Lejano Oeste porque sí, constituído por los valores más puritanos y conservadores de los Estados Unidos, para de alguna forma justificar la expansión que en esos años este territorio norteamericano adquiría, el problema de Forrest Gump, quién resaltadamente destaca su nombre ante cualquier persona, se centra en los obstáculos de los cuales el personaje sale victorioso desde la incociencia pura ante los acontecimientos que son colocados en un lugar secundario. Así sin importar más y de casualidad Forrest termina siendo el mejor imitando los pasos de Elvis, el mejor en el equipo de football americano, el mejor jugando al ping pong, el más eficaz en el pelotón durante la guerra de Vietnam y no gracias a el trabajo o dedicación conciente para conseguirlo, sino solo por las circunstancias personales del personaje.

 

La oda ejemplar

Sin poder no destacar la actuación de Tom Hanks, quien logra darle la dignidad necesaria, sin caer en lugares comunes a este particular personaje protagonista, y alguna que otra gran canción utilizada en la banda sonora de rock clásico, en términos generales estamos ante una película que apuesta todos sus recursos a construír un universo de referentes que conservan los valores de lo nacional por fuera de todo análisis humano. El hombre cualquiera que transita sin más por todos los espacios, al punto que da lo mismo vivir o correr por lugar cualquiera.Y por si fuera poco hasta las escenas en que Forrest dedica a correr por todo Estados Unidos, no terminan siendo más que la excusa de una intención turística. Admiren todos a este héroe de la patria como sin saber a donde va, sabe a donde quiere llegar, en contra posición a Jenny, quien si bien intentó comprometerse a alguna causa que diera a su vida un sentido, es castigada por su propio destino hasta que acertadamente muere habiendo tenido un hijo, a quién la película coloca como el heredero de esta travesía de bondad, con Forrest.

 

No importa las circunstancias ni los tiempos, en Forrest Gump, una apuesta por la visión positiva de la realidad dada, será suficiente para ser feliz.

La idea de comparar estas dos películas viene de una intención arbitraria y personal. De una discusión al momento de ver la historia de los oscars. En la premiación de 1994, dos películas consideras íconos de la industria para el cine competían por el mejor premio de la noche: hablamos de “Pulp fiction” de Quentin Tarantino y de “Forrest Gump” de Robert Zemeckis.

Las mismas cosas que hacen que algunos odien Pulp Fiction, son las que hacen que a otros les encante. Aquí se intentará defender su valor.

 

¿Cómo que reinventa el cine? En Pulp Fiction, todo sucede sin mucha razón aparente, y la realidad es que todo está armado para que la película funcione en sí misma. Pero logra traspasar la pantalla de alguna forma, lo que no la deja meramente en un capricho. Lo que traspasa de allí hasta aquí, es ese espíritu de libertad y de falta de conciencia de la que goza –no sus personajes- sino su director. Libertad para hacer ciertas cosas importándole mucho más de lo que parece lo que digan los demás. Esto no como un síntoma de mercado, sino como un signo profundo de respecto ante quienes habla y con las herramientas con las que habla. Conocer las reglas para romperlas es un consejo tan viejo, que se abandonó por “conocerlas más o menos y después hacer lo mismo que hubiera hecho antes de haberlas conocido”. Una de las ventajas de Tarantino es haber tomado tremendamente en serio el refrán, y por consecuencia el lenguaje que eligió para hablar: el cine. Esto le permite hacer lo que le place sin regodearse en la cinefilia, sin refugiarse en los homenajes. Tarantino agarra los esquemas del cine y los usa para su beneficio.

 

Los diálogos son clave. ¿De qué manera?  Cuando Jules y Vincent, tienen esa extensa charla de camino a lo de Brett y sus amigos, en la que hablan de los masajes de pies, del cuarto de libra de McDonald, nada es arbitrario. En medio de toda esa conversación banal, aunque divertida, bien marcada y bien actuada, se inyecta la imagen de dos personajes fundamentales en la película, Wallace y Mía; se aclara que Wallace es capas de matar al primer tipo que toque a su esposa; que esa esposa seguramente debe ser bella y simpatiquísima; y que Vincent, un asesino a sueldo empleado de ese Wallace, blanco, medio regordete, con una cola de caballo, con los ojos medio caídos, medio pastoso y soltero, debe quedarse con ella esa noche. Incluso, cuando Vincent llega a lo de Wallace, Tarantino lo hace esperar abajo, nos muestra solo los labios rojísimos de Mia arriba hablando por una especie de alto parlante, y pone “Son of a precher man”. Ella aspira cocaína y el toma whisky. La música sube. Él camina por la casa y va entrando en un clima de comodidad que todos sabemos le puede costar caro, y Mía solamente se encarga de aumentar aún más ese clima. Y la música sigue subiendo hasta que envuelve el sonido por completo de la escena. Es una delicia. Y es además de gran utilidad para Tarantino y su película. Para poner a los personajes en donde los tiene que poner, y para llevar al espectador a donde el precisa en el momento que él precisa, y todavía, hacerle creer que no lo está haciendo.

 

Los personajes como esquemas. Tarantino, como también lo hizo Godard al menos en el periodo que va de Sin Aliento, hasta La Chinoise, reinventa el cine mediante una ecuación que es tan evidente como efectiva; usando las reglas del lenguaje a su gusto, recordando los clásicos pero sin olvidar que la clave es inventar, siempre inventar; no copiar fórmulas ni atarse a esquemas. Los personajes de Pulp Fiction responden poco a la realidad de la vida y más a la realidad propia del cine. Son un rejunte entre la comedia y el cine negro. Son creaciones que se han convertido en íconos, por su propia naturaleza fantasiosa. Pero en ellos hay nuevamente otra clave; no ser meramente ideas. Ellos son, además de lo dicho, adultos con la actitud de adolecentes rebeldes, y eso es fruto de una cultura. No salieron de una galera o de la nada, y eso los exenta, nuevamente, de ser simples caprichos. Son posibles. Son tipos que matan y que poco se cuestionan matar, son tipos que huyen, mujeres atadas a sus hombres. Son el bien y el mal en sí mismos, victimas y victimarios al mismo tiempo. Son la inocencia y la crueldad y la ceguera y la lucidez, metidas en el mismo cuerpo. De nuevo, son posibles.

 

La frente marchita. Tarantino no ha vuelto sobre las pisadas de Pulp Fiction en sus otras películas. Sigue satirizando la violencia y escribiendo guiones excelentes, sigue creando personajes tan imposibles como necesarios, y sigue haciendo el cine que le gusta (incluso moldeando géneros) Pero Pulp Fiction, llegó hasta nosotros e inmediatamente después borró el camino. Pulp Fiction es un canto a la libertad. No solo por la actitud de sus personajes, sino la misma película; es la libertad del lenguaje, la libertad bien empleada. Así, pienso, es como se crean las nuevas formas. Ver Pulp Fiction es como asistir a una clase de cine. No solo por la forma en la que emplea sus esquemas para contar (y para contar bien) sino porque Tarantino demostró que el cine se puede y se debe seguir haciendo e inventando hasta el cansancio, y que la clave para renovarlo, está en conocerlo.

BREVE RESEÑA INTENTA DEFENDER PULP FICTION 

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