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El mercado de la exhibición está cambiando silenciosamente. Los grandes estudios de Hollywood, que han asistido económicamente a sus representantes en el mundo en la conversión de sus salas según los requerimientos establecidos en la DCI (Digital Cinema Initiatives) están exigiendo que, en contrapartida, se les garantice la total disponibilidad de la pantalla para sus propios estrenos o, de lo contrario, que las salas paguen una tarifa o multa (fee) por el tiempo de pantalla que se les está quitando.

 

Esto significará no solamente la desaparición de los cines incapaces de realizar la inversión necesaria para cumplir con las normas impuestas por la DCI, sino la creciente dificultad de películas independientes para acceder a las pantallas, en vistas de que los exhibidores descontarán el monto de dicha multa, de la taquilla que le corresponde a la película. Para un film independiente, que ya hoy tiene dificultades para mantenerse más de una semana en cartel en las salas del circuito comercial –empujado fuera de la pantalla por el próximo estreno de Hollywood- será muy difícil lograr su estreno, si debe, además cubrir el fee que la exhibidora debe pagar a las majors. En Uruguay, este problema se agrava, en la medida de que no existen salas comerciales de gestión independiente, es decir, donde el exhibidor no sea además, distribuidor de alguno de los grandes sellos de Hollywood, de modo que cada pantalla del Uruguay es, en alguna medida, propiedad de las majors y cada película independiente que quiera exhibirse en el circuito comercial, deberá pagar a Hollywood su derecho de uso.

 

Seguramente, en los próximos meses, veamos una disminución de los estrenos de cine europeo, latinoamericano (si es que eso es todavía posible) y, por supuesto, uruguayo, a la vez que resultará imposible para salas como Cinemateca o Cine Universitario, seguir exhibiendo ciclos como “De la temporada”.

Los estados soberanos, hace años que están tomando medidas para evitar que, por la fuerza de los hechos, el cine que se exhiba en un país sea solo el que Hollywood indique. Estas medidas incluyen ayudas económicas para las salas de arte y ensayo, no solamente para su reconversión digital, sino también para garantizar que existan pantallas independientes de la tiranía hollywoodense. Por supuesto, estos Estados suelen, además, proteger sus cinematografías nacionales mediante leyes, a las vez que difunden activamente su cine fuera de fronteras. En Uruguay, no existe política alguna de apoyo sostenido a las salas independiente, no existe una protección que le garantice una pantalla nacional la producción nacional y peligra la continuidad, incluso, de la Uruguay Film Comission, la oficina de promoción del cine uruguayo en el extranjero y de locaciones uruguayas para la producción internacional.

 

Alarmante ¿no?

 

Por suerte las políticas nacionales respecto al cine son tan impactantes en sus omisiones que a veces no nos queda tiempo de hablar del patrimonio audiovisual nacional.

 

Pero hablemos de la parte buena, es decir, lo que sí podemos hacer los que tenemos un archivo de películas y unas pantallas propias: programarlas, verlas y empezar a añorar la edad dorada en la que los archivos fílmicos se apropiaban de las copias como manera de garantizar que todos pudieran verlas en el cine, en una especie de resistencia legítima a la mercantilización, una batalla que la industria ha terminado por ganar gracias a la tecnología y cuyas consecuencias a largo plazo son nefastas, sobre todo para los archivos pobres, incapaces de afrontar los costos de las sucesivas migraciones de formato que requerirán los archivos mientras el modelo de negocio de los vendedores de tecnología se base en la rápida obsolescencia.

 

LA INDUSTRIA DE LA EXHIBICIÓN ESTÁ CAMBIANDO SILENCIOSAMENTE.

 

 

Hace un tiempo, en este país en que las noticias se desvanecen así como aparecen y solamente somos capaces de ver la que nos ponen en frente, hoy es el fútbol el tema de turno, pero hace no mucho tiempo EL tema era "la ley de medios", referida a la televisón. La ley (que fue aprobada) entre otras cosas asegura que los medios no sean hijos de un monopolio que es el que existe hoy día y que pase a manos del estado -así dicho burda y rápidamente-. La ley de medios no habla del cine, pero hoy está la necesidad de una ley que asegure al cine nacional la exhibición -al menos- en las salas del país, la cual no existe. 

En esta sección de Los Amantes medio en plan de gremio estudiantil, este articulo explica por qué es necesaria. 

por María José Santacreu

 

Coordinadora de Cinemateca Uruguaya

Texto de Editorial

de la revista de Cinemateca

del mes pasado (Número 473)

ESPECIAL   

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