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Intersticio.

Espacio pequeño que media entre dos cuerpos o entre dos partes de un mismo cuerpo.

Cuando apenas empezaba a ver cine me asombraba mucho Godard. Siempre se disparaban dos pensamientos en mi mente; el primero era el que trataba de ir más o menos hilando lo que estaba sucediendo en la pantalla, digamos narrativamente, y el segundo eran unas ganas fervientes de salir corriendo a filmar una película. Entre esos dos pensamientos mientras miraba una película suya siempre surgía algo más: las ganas de que no terminara nunca, la sensación de que podía seguir viendo dos horas más de lo mismo sin problema. Porque los personajes resultaban siempre encantadores, porque sabías que tarde o temprano una escena extraña te iba a despertar y hacerte abrir los ojos, porque casi siempre usaba minas muy lindas como actrices, y porque además uno sentía que estaba aprendiendo de todo.

 

Evidentemente Jonás Trueba en Los Ilusos da cuenta de que, de esta o de una forma un poco más madura, le fascina Godard, y lo hace usándolo todo el tiempo. Atención, aquí está la clave; él “usa” a Godard, palabra que lo aleja de la imitación. Digamos entonces que le toma prestadas las ideas. Parece el verso de un mal ladrón, pero no es así. Y la muestra está en lo que implica una cosa y la otra. Imitar es hacer uso de una idea ajena con el único fin de ponerla en evidencia, de decir: miren acá está Godard. Esta práctica en una película equivale a la presencia de un cuadro con la foto de Godard y siempre es una guiñada canchera al público que conoce al citado. Por otra parte "usar" determinado recurso es darle el mismo uso que quien lo ideó le dio, pero con la prudencia de hacerlo desde la idea propia, desde ésta película que se está haciendo acá y no desde la que fue saqueada. Un ejemplo claro en Godard y en Los Ilusos son los intertítulos a modo de divisores, pero que no marcan una idea lineal de lo que vimos o de lo que va a venir, sino que son una especie de tangente a la historia, algo que se acostumbra a tildar de “poética”. Godard los usaba (como señalaba Agustín Kanopa en una reseña de esta misma película en La Diaria) con el fin de la acumulación de pensamientos. Es decir que lo que se muestra de forma escrita en la pantalla no es una idea clarificadora, ni es un resumen de la idea que viene, o la que ya pasó. Es mera acumulación, con el fin de construir una idea mayor. Jonás Trueba entonces, lo dicho, les da el mismo uso. Por ejemplo recuerdo un intertítulo: EL FIN DEL CINE (algo que Godard dice tres veces por día) Después de verlo hay una escena con unos VHS que son tirados a la basura, el protagonista va al cine y se queja de la mala calidad de la copia de una película, pero eso no es símbolo ni es una forma de representar el fin de nada y en Los Ilusos está claro. El fin del cine que se menciona, esta en el aire en cada escena, se sobreentiende, se habla de ello sin mencionarlo y sin tener que accionar para subrayarlo, y el intertítulo es una forma de decir; sino se dieron cuenta fíjense.

 

Los Ilusos es una película sobre un cineasta (que tal ves sea Trueba) y sobre el cine. El tiempo que transcurre allí es el de tránsito entre el comienzo de algo y cuando ese algo ya está terminado (ese algo aquí es una película). Retrata algo que cito de la revista de cinemateca donde se estrenó: “La vida (…) son los detalles ínfimos, las conversaciones de entretiempo, los paseos por la ciudad

la preparación eterna para otra cosa que al fin y al cabo resulta no ser lo importante” Eso es Los Ilusos, un entretiempo eterno. Y tal vez por la precisión con que están retratados sus personajes es por lo que resulta una película bellísima. El personaje de Francesco Carril va de una mujer a un amigo y del cine a un libro, mientras piensa y piensa en esa película. Cada tanto descubrimos que estamos viendo una película porque se aparecen las cámaras, pero todo sigue bien cuando no se nos da lugar a comprobar si esa filmación que estamos viendo es de la película del personaje, o si es su mente, o si es sencillamente Los Ilusos. Así y con otras buenas ideas corre Los Ilusos y uno contempla encantado ese mundo.

 

Se usa aparte de los intertítulos una frase de Chusé Izuel que me resultó genial: “Puede ser que me equivoque, pero existe un momento en la vida, sólo un momento, en que somos conscientes de que somos genios o enamorados. La cuestión es sencilla, ridícula. O una cosa u otra, imposible ambas. Y cuando ese momento llega tenemos la certeza de que arrastraremos nuestra carga, sea la que fuera, hasta el fin de los días (…)”

 

Puedo seguir inventando ideas pero mejor no. Esa frase resume muy bien todo y lo expande al mismo tiempo. En esa frase se concentra, además, parte del humor de Los Ilusos que es aquel que consiste en reírse de uno mismo.

 

Volviendo al principio, mientras veía Los Ilusos me surgió la misma sensación y por lo menos el primero de los pensamientos que mencionaba. La única diferencia tal vez fue que pensé en Godard y que cuando veía a Godard no pensaba en Godard. Pero hay una pasión por el cine en Los Ilusos y una capacidad por traducir esa pasión en imágenes, que hacen que uno quiera quedarse ahí toda la vida mientras ese tipo intenta terminar su película y así intentar comprobar esa idea de que lo importante esta allí en ese entretiempo, y así tal ves uno pueda constatar cuanto se puede disfrutar de él. De esa vida de interticio, que es la vida misma.

OTROS

ESTRENOS

LOS ILUSOS

de Jonás Trueba

Los Ilusos

Año: 2013

País: España

Director: Jonás Trueba

Guión: Jonas Trueba

Fotografía: Francisco Racaj (ByN)

Actuan: Francesco Carril, Aura Garrido, Vito Sanz, Mikele Urroz, Isabelle Stoffel, Luis Miguel Madrid.

 por Agustín Fernández 

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