top of page

Una emoción

por aqui.

Sobre Una segunda oportunidad,

una crítica confundida.

Fue muy difícil dar con un consenso definitivo sobre Una segunda oportunidad, porque las cosas se fueron complicando cuando empezaba a creer que estaba todo dicho. En busca de unos datos sobre la película di con una crítica tremendamente positiva, y luego con otra, y con otra más (a favor, todas). En fin, a medida que leía más y más solamente lograba que se retorciera la idea que tuve mientras y después de verla que fue el desencanto total. Me pasó, curiosamente, algo muy, muy similar a lo que le sucede a la protagonista en esta película, pero exactamente al revés. A ella le gusta un tipo, pero tiene que lidiar con su ex esposa que (aparentemente como todas las ex esposas) odia a su ex marido. Lidiar también con sus amigos que en el fondo demuestran que tampoco entienden mucho lo que sucede, por qué es que le gusta el tipo. Lidiar con su hija y con la amiga de su hija, que tampoco entienden aunque les importa un poco menos. Y en definitiva lidiar con ella misma, con su propia moral, porque –casi olvido mencionarlo- el tipo que le gusta es gordo. Entonces el trabajo del gordo es demostrarle al mundo que igual puede ser simpático aunque es gordo. Ella le comenta a su amiga, a su hija, a la amiga de su hija, que sí, que está saliendo con un tipo. “¿Ah, y, cómo va todo?”, le preguntan. “Bien (mirada hacia abajo) es un poco gordo”. “Ahh…”. En un principio se muestra que ella acepta salir con él, resultado de una mezcla de “cojo poco” y otra de “no tengo nada que perder”. La vemos cansada, aburrida de su trabajo, desconforme. Una mujer que disfruta poco y que se divierte menos. En la fiesta del principio ella se lanza en un intento por salir de ese molde y va y le habla a una mujer que desconoce. En otra charla se le acercan unos tipos, y uno resulta ser este futuro enamorado Albert (que es James Gandolfini). Entonces a partir de esto se muestra lo difícil que es estar enamorado de alguien de quien nadie está enamorado, y todavía siendo amiga de la ex esposa del hombre que lo único que hace es contarle lo malo que es y lo que no hace y lo que hace mal y toda clase de cosas negativas. Y ella (Eva, que es Julia Louise) inocentemente empieza a ver con todos esos prejuicios a Albert, más los que ya lleva incorporados, más los que llevan incorporados sus amigos y su hija y la amiga y la ex esposa.

Pero claro, el problema de Eva es un poco más amplio que el capricho adolecente de no lograr que le termine de gustar un tipo porque es gordo. Entonces el tema pasa hacer enamorarse a los cuarenta. Los dos están divorciados, los dos tienen hijos que están por irse a la universidad (que para los americanos puede significar irse de la ciudad), los dos están decepcionados y no saben mucho qué hacer con sus vidas porque son consientes de que su vida son sus hijos. Entonces el enamoramiento pasa a ser un problema porque ninguno esta del todo dispuesto, ni convencido, o porque ambos ya estuvieron lo suficientemente decepcionados como para volver a intentarlo. Se acercan de a poco, con cautela. Y lo dicho, la cautela de Eva esta contaminada porque sabe cosas de Albert que la decepcionan, y ahí es donde empecé a dejar de comprender lo que sucedía. No me convence alguien que se preocupa porque el tipo es gordo. No porque crea que nadie lo piensa o que nadie debería pensarlo, sino porque el planteo es terriblemente infantil y hacerlo trascender lo agudiza más. Entonces Eva me dejó de convencer, y el resto era más de lo mismo. Y no podía dejar de pensar; ¿no vi ya esta película? Los clichés (además de la historia como un cliché todo) abundan sin piedad alguna. La ex esposa es poeta. Una poeta millonaria, pero medio hippie obvio, como todas las poetas. Las “ciertas intenciones” que decía más arriba, son por ejemplo la cotidianidad de las secuencias, cierto tiempo muerto para aportar al realismo. Ella camina y se muestra la caminata, la pesadez. Pero después resultan solo personas mal intencionadas. Y la película parece mal intencionada porque se pone del lado del boludismo, del camino fácil. Y debido a mi identificación con Eva cito una declaración de Federico Karstulovich en El Amante que me llamó la atención; “Menos concesivo que difícil, el universo de Nicole Holofcener (directora) no es el del conformismo y la resignación (sólo un observador reaccionario podría

pensar que el cine de la directora se conforma con que sus personajes tengan horizontes en pequeña escala), sino el del dolor de la constatación de los sueños perdidos.” Sinceramente no me considero un espectador reaccionario, aunque tampoco mi problema con la película fue el conformismo de los personajes. Los sueños perdidos aquí son secundarios, porque el límite es la moral y no el dolor. El límite es no ver las cosas como son y esta película no lo hace, las ve desde esa realidad básica de las personas que sueñan con carteles en la frente que marquen los defectos de las personas. Pero, los defectos no aurruinan relaciones porque no son capaces de arruinar personas, son defectos, y esta película es el estudio de esos defectos, la agigantación de los defectos, que no importan en lo más mínimo porque amar debería estar -aunque sea ligeramente- más allá de la tonteria del defecto ajeno.

Tal vez esta nota sería distinta sino hubiera sabido lo que a muchos les gustó de la película, y tal vez Eva y Albert se hubieran podido amar con sinceridad si actuaran con el alma y no con el cuerpo. Amar verdaderamente, espiritualmente, y no a través de una mesa de luz que no existe ni a través de los ojos de un mundo que no entiende bien de qué se trata. El amor es una construcción tan privada en la que nadie debería meter la nariz, porque la compresión allí estará reservada solo para los involucrados. Y los de afuera son de palo.

Una segunda oportunidad / Enough Said

Año: 2013

País: Estados Unidos

Directora: Nicole Holofcener

Guión: Nicole Holofcener

Fotografía: Xavier Pérez Grobet

Con: Julia Louis-Dreyfus, James Gandolfini, Toni Collette, Catherine Keener y Ben Falcone

OTROS

ESTRENOS

Una Segunda Oportunidad

de Nicole Holofcener

 por Agustín Fernández 

bottom of page